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¿Por qué los pueblos indígenas de Panamá obtienen los peores resultados en las evaluaciones?
- 09/08/2018 02:00
- 09/08/2018 02:00
‘Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo', decía Albert Einstein. Partiendo de esta gran idea, es necesario saber ¿qué ha hecho el Ministerio de Educación (Meduca) como garante de la educación panameña, para revertir estos resultados? Una de las acciones más recientes al proceso educativo es la implementación del Programa ‘Aprende al Máximo', ya que ‘busca objetivos concretos de aprendizaje en áreas como lectura comprensiva, escritura, pensamiento científico y matemático, que deriven en competencias y actitudes que favorezcan el desempeño de los jóvenes y adultos en la vida cotidiana, dentro y fuera de la escuela'.
La pregunta, como título de esta opinión, se realiza en muchos países de América Latina donde hay presencia de los pueblos indígenas, y Panamá no escapa a esta situación, a pesar de que uno de los deberes de Meduca es ‘contribuir al desarrollo integral del individuo con énfasis en la capacidad crítica, reflexiva y creadora, para tomar decisiones con una clara concepción filosófica y científica del mundo y de la sociedad, con elevado sentido de solidaridad humana'.
Para Madeleine Zúñiga, lingüista y especialista peruana en Educación Intercultural Bilingüe, la respuesta es simple: ‘Porque reciben la peor educación del país'.
La ley 47 de 1946, modificada en 1995, establece que ‘la educación, para las comunidades indígenas, se fundamentan en el derecho de preservar, desarrollar y respetar su identidad y patrimonio cultural'; además, ‘la educación de las comunidades indígenas se enmarca dentro de los principios y objetivos generales de la educación nacional y se desarrolla conforme a las características, objetivos y metodología de la educación bilingüe intercultural'. Pero estos principios no son parte de la realidad educativa del país.
Los acuerdos internacionales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, proponen que la educación deba ser de calidad, con equidad y sobre todo con igualdad de oportunidades para todos; en una sociedad con desigualdad es casi impensable. Panamá ha participado en evaluaciones internacionales desde 1997, con la aplicación de la prueba PERCE, SERCE (2006), TERCE (2013) y en este año 2018, ERCE (piloto). La prueba PISA, se aplicó en el 2009 y actualmente se está aplicando en tres temáticas fundamentales: lectura comprensiva, ciencias y matemática, con la ruta trazada de calidad, equidad e inclusión. Además, se han realizado evaluaciones nacionales en el año 2016 y 2017. Lamentablemente, los resultados han sido consistentes en ser de los más bajos en la región.
Si ya se conocen los resultados anteriores, debió plantearse una hipótesis inicial, construir modelos pedagógicos en las aulas diferentes, sustentar más apoyo al Modelo de Educación Bilingüe Intercultural y, bajo los criterios interculturales, medir los cambios esperados; sería un estudio de caso para las regiones indígenas.
Ahora, si las pruebas que se aplican con el mismo modelo educativo, sin cambios en la misma, ¿qué cambios se quieren medir esta vez en los territorios indígenas con la prueba PISA 2018 y con las otras pruebas nacionales este año? A mi entender, los grupos indígenas están siendo evaluados como si fueran grupos de control, es decir, sin intervención alguna para modificar los resultados.
Sin entrar a polemizar si los contenidos de las pruebas tienen criterios interculturales o no, sabemos que todas las pruebas están dirigidas a una población de habla castellana, pero son aplicadas a una población de lengua nativa, que aún no es considerada bilingüe. Por ello, es necesario realizar profundos cambios y transformaciones en el currículo nacional, desarrollar una educación para pensar, comunicar y convivir; revisar la formación inicial de los docentes en las universidades e instituciones superiores del país. Así podríamos contribuir a que los niños y jóvenes indígenas tengan educación de calidad, con pertinencia cultural, sin desvincularse de la realidad globalizada del siglo XXI.
DOCENTE DE UDELAS